En memoria de Adriana Díaz Crosta
"Era un inmenso campamento al aire libre. De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje. Había quien quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecía un sueño para reír en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso. Un señor andaba por ahí buscando los pedacitos de su sueño, desbaratado por culpa de alguien que se lo había llevado por delante: el señor iba recogiendo los pedacitos y los pegaba y con ellos hacía un estandarte de colores. El aguatero de los sueños llevaba agua a quienes sentían sed mientras dormían. Llevaba agua a la espalda, en una vasija, y la brindaba en altas copas. Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire." Eduardo Galeano
Eternamente joven, nuestra amada poeta, nuestra amiga. Libre de los dolores, de las separaciones, de las preguntas sin respuesta; alejada para siempre de la trinchera que tuvo que cavar a mano su pulso de paloma malherida para establecer la resistencia y donde, finalmente, entregó a los follajes del silencio el saqueado bastión de su esperanza. Eternamente joven. Conservando la coherencia de su vida y de su discurso (más allá del tiempo), haciendo gala de toda su acrobacia surrealista bravía y despeinada. Irrumpiendo en nuestros días con su sonrisa descalza, vistiendo aquel inusitado mameluco repleto de bolsillos donde guardaba trozos de Bretón, poemas en semilla, redomas con esperma de luciérnagas para engendrar la luz de sus metáforas.
De allí que decidiéramos fundar un territorio en memoria de Adriana, para nosotros, los alebrijeros, los eternos albañiles de versos, los que intentamos desafiar almidones minuciosos con el solo poder de la palabra, los que amamos la poesía desprolija, la poesía con huellas digitales, la poesía en muñones, astillada a fuerza de injusticias, de indiferencia, de abandonos, de desamores, de relojes con filos en menguante.
Eternamente joven, nuestra amada poeta, nuestra amiga. Libre de los dolores, de las separaciones, de las preguntas sin respuesta; alejada para siempre de la trinchera que tuvo que cavar a mano su pulso de paloma malherida para establecer la resistencia y donde, finalmente, entregó a los follajes del silencio el saqueado bastión de su esperanza. Eternamente joven. Conservando la coherencia de su vida y de su discurso (más allá del tiempo), haciendo gala de toda su acrobacia surrealista bravía y despeinada. Irrumpiendo en nuestros días con su sonrisa descalza, vistiendo aquel inusitado mameluco repleto de bolsillos donde guardaba trozos de Bretón, poemas en semilla, redomas con esperma de luciérnagas para engendrar la luz de sus metáforas.
De allí que decidiéramos fundar un territorio en memoria de Adriana, para nosotros, los alebrijeros, los eternos albañiles de versos, los que intentamos desafiar almidones minuciosos con el solo poder de la palabra, los que amamos la poesía desprolija, la poesía con huellas digitales, la poesía en muñones, astillada a fuerza de injusticias, de indiferencia, de abandonos, de desamores, de relojes con filos en menguante.
Bienvenidos a: Los puños de la paloma.
2 comentarios
Ricardo Mena -
Farewell,
Ricardo Mena.
Juan Sencillo Sencillo -