Esther Andradi - Argentina/Alemania
La Ilíaca
Apuntes autobiográficos (fragmento)
En Alejandría me desollaron viva:
con erizos una turba arrancó mi piel después de asaltarme en nombre de su dios,
en su honor quemaron la Biblioteca,
bien dicen que las llamas apaciguan a las fieras,
cenizas al viento,
y jamás hubo quien pudiese reproducir mis papiros;
también mis discípulos hirvieron en el odio,
desde entonces el fuego viene escribiendo mis memorias
En Tebas un toro hundió su guampa en mi pelvis
frente a un coro de fanáticos que me había llevado hasta allí para condenar
de esa forma y para siempre
la rotación de mis caderas,
mientras me desangraba apostaban sus tesoros entre ellos
por saber si me había gustado
y alguno que otro me musitó al oído su gangosa apetencia,
así veneraron los nobles mis poderes
En Europa el potro se comía mi carne a dentelladas
y en China mis pies eran reducidos a lágrima viva
recortados-asfixiados-calibrados por torturadores de gota gorda
que anhelaban un instrumento para atenuar sus hemorroides
Alejandro se ensañó con los hijos de mi vientre cuando me negué a bailar para la tropa,
y varios generales cuyos nombres ya son pasto del olvido
arrojaron sus excrecencias sobre mi piel mientras amamantaba,
la pira que elevaron con los cuerpos de mi prole incendió el aire con ácido de miedo
me taparon la boca con hierros candentes,
con cal viva cosieron mis oídos,
con conchas de nácar desgarraron mi piel,
con sus espadas reventaron mis ojos,
penetraron con sus hedores mis narices
pero no pudieron aniquilarme ni matarme ni dormirme ni mutilarme ni rendirme ni pudrirme ni dispersarme ni desarmarme ni contagiarme
ni eliminar de una vez y para siempre el deseo de mí que hierve en todos sus cuerpos desde que estoy y soy como he sido
con pasión y memoria
porque también es cierto que en oriente mi vacío inspiró templos sagrados,
en Delfos mi matriz narraba el futuro,
Afrodita llamó Histeria a sus orgías para celebrarme
y hasta la nave central de las construcciones del dios de occidente evoca mi centro sin nombrarlo
y si es verdad que en las células viene escrito el preceder,
el placer de conocer está grabado en todos los idiomas de esta casa mía,
aún bloqueados los muros,
cerradas sus puertas,
el derrumbe sin embargo no es cosa de encantamiento,
miles y miles de años acunando sabiduría no es un día ni un mes,
vuelvo ahora para marcar territorio,
a zambullirme entre hemisferios,
a soñar en varias dimensiones el devenir,
ávido por recuperar la vibración de mis oídos,
sordo de tanto ruido recurro al trípode de mis huesos, incinerado, muerto y sepultado y sin poder callarlo,
entre cada minuto-segundo-instante cuando el latido reproduce en mi interior el engranaje que me condena y salva,
me arroja y sostiene,
me embellece y asombra,
rotación del tiempo,
detenido y quieto,
y vuelvo a rodar por mis caderas en este punto donde traigo al mundo el mundo,
arco donde amanece,
ilión que abre paso a la criatura,
clavícula destinal,
pendiente de hueso ésta es mi ilíaca,
compositora de música sin que alguien la entone,
dueña del himno que nadie canta,
origen de la palabra que no la nombra,
generadora de la historia que no la recuerda,
materia oscura que se danza el universo,
ésta es mi ilíaca,
tómala si puedes,
quémate los dedos,
piérdete en mi saqueo,
gózate con mi leyenda,
aquiétate en las aguas de mi sangre
y espera a que te alumbre ahora y en la hora de esta biografía:
Tengo dolores de parto.
Mi hija nacerá hoy de estos escombros,
mi cuerpo vuelve a cumplir veinte como tenía ella cuando se la llevaron,
y aquí estoy yo,
una doña como me llaman mis vecinas,
un trasto inútil para el patrón que me despide,
una loca perdida para el milico que me golpea,
una señora admirable según mi viejo que en paz descanse.
Yo sigo regando malvones.
Si mañana graniza, no me importa, los meteré adentro.
Y que viva la noche.
Me desabrocho la blusa. Como mi hija en primavera.
Sumerjo los pies en la palangana con agua caliente. Como mi hija en invierno.
Rezo las palabras secretas. Como mi hija en silencio.
Y que viva el sol.
Me pongo un sombrero para pasar el verano.
Como mi hija.
Por mi hija.
La que nació un día de mí.
La que nace de mí otra vez mientras sigo cumpliendo siglos
Nota - Ilion: hueso que forma el saliente de la cadera, el cual junto al isquion y el pubis forma el llamado “hueso innominado o iliaco” (María Moliner, Diccionario de uso del español)
© de la autora
Apuntes autobiográficos (fragmento)
En Alejandría me desollaron viva:
con erizos una turba arrancó mi piel después de asaltarme en nombre de su dios,
en su honor quemaron la Biblioteca,
bien dicen que las llamas apaciguan a las fieras,
cenizas al viento,
y jamás hubo quien pudiese reproducir mis papiros;
también mis discípulos hirvieron en el odio,
desde entonces el fuego viene escribiendo mis memorias
En Tebas un toro hundió su guampa en mi pelvis
frente a un coro de fanáticos que me había llevado hasta allí para condenar
de esa forma y para siempre
la rotación de mis caderas,
mientras me desangraba apostaban sus tesoros entre ellos
por saber si me había gustado
y alguno que otro me musitó al oído su gangosa apetencia,
así veneraron los nobles mis poderes
En Europa el potro se comía mi carne a dentelladas
y en China mis pies eran reducidos a lágrima viva
recortados-asfixiados-calibrados por torturadores de gota gorda
que anhelaban un instrumento para atenuar sus hemorroides
Alejandro se ensañó con los hijos de mi vientre cuando me negué a bailar para la tropa,
y varios generales cuyos nombres ya son pasto del olvido
arrojaron sus excrecencias sobre mi piel mientras amamantaba,
la pira que elevaron con los cuerpos de mi prole incendió el aire con ácido de miedo
me taparon la boca con hierros candentes,
con cal viva cosieron mis oídos,
con conchas de nácar desgarraron mi piel,
con sus espadas reventaron mis ojos,
penetraron con sus hedores mis narices
pero no pudieron aniquilarme ni matarme ni dormirme ni mutilarme ni rendirme ni pudrirme ni dispersarme ni desarmarme ni contagiarme
ni eliminar de una vez y para siempre el deseo de mí que hierve en todos sus cuerpos desde que estoy y soy como he sido
con pasión y memoria
porque también es cierto que en oriente mi vacío inspiró templos sagrados,
en Delfos mi matriz narraba el futuro,
Afrodita llamó Histeria a sus orgías para celebrarme
y hasta la nave central de las construcciones del dios de occidente evoca mi centro sin nombrarlo
y si es verdad que en las células viene escrito el preceder,
el placer de conocer está grabado en todos los idiomas de esta casa mía,
aún bloqueados los muros,
cerradas sus puertas,
el derrumbe sin embargo no es cosa de encantamiento,
miles y miles de años acunando sabiduría no es un día ni un mes,
vuelvo ahora para marcar territorio,
a zambullirme entre hemisferios,
a soñar en varias dimensiones el devenir,
ávido por recuperar la vibración de mis oídos,
sordo de tanto ruido recurro al trípode de mis huesos, incinerado, muerto y sepultado y sin poder callarlo,
entre cada minuto-segundo-instante cuando el latido reproduce en mi interior el engranaje que me condena y salva,
me arroja y sostiene,
me embellece y asombra,
rotación del tiempo,
detenido y quieto,
y vuelvo a rodar por mis caderas en este punto donde traigo al mundo el mundo,
arco donde amanece,
ilión que abre paso a la criatura,
clavícula destinal,
pendiente de hueso ésta es mi ilíaca,
compositora de música sin que alguien la entone,
dueña del himno que nadie canta,
origen de la palabra que no la nombra,
generadora de la historia que no la recuerda,
materia oscura que se danza el universo,
ésta es mi ilíaca,
tómala si puedes,
quémate los dedos,
piérdete en mi saqueo,
gózate con mi leyenda,
aquiétate en las aguas de mi sangre
y espera a que te alumbre ahora y en la hora de esta biografía:
Tengo dolores de parto.
Mi hija nacerá hoy de estos escombros,
mi cuerpo vuelve a cumplir veinte como tenía ella cuando se la llevaron,
y aquí estoy yo,
una doña como me llaman mis vecinas,
un trasto inútil para el patrón que me despide,
una loca perdida para el milico que me golpea,
una señora admirable según mi viejo que en paz descanse.
Yo sigo regando malvones.
Si mañana graniza, no me importa, los meteré adentro.
Y que viva la noche.
Me desabrocho la blusa. Como mi hija en primavera.
Sumerjo los pies en la palangana con agua caliente. Como mi hija en invierno.
Rezo las palabras secretas. Como mi hija en silencio.
Y que viva el sol.
Me pongo un sombrero para pasar el verano.
Como mi hija.
Por mi hija.
La que nació un día de mí.
La que nace de mí otra vez mientras sigo cumpliendo siglos
Nota - Ilion: hueso que forma el saliente de la cadera, el cual junto al isquion y el pubis forma el llamado “hueso innominado o iliaco” (María Moliner, Diccionario de uso del español)
© de la autora
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